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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro:
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9788402424587
Editorial: Bruguera
Quizás sospechas que las cosas no van bien y que lo que vives en tus relaciones de pareja puede no ser lo normal. Incluso puede ser que lo tengas claro y quieras saber cómo salir de ello. Si has decidido escuchar esa vocecita, este libro es para ti.
María Esclapez, psicóloga clínica, sexóloga y terapeuta de parejas, te invita a construir relaciones sanas y mejorar las que ya tienes a través de la reflexión.
Da igual en qué punto estés, nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para aprender a ser consciente de tus vivencias, quererte y valorarte, primero como persona y luego como pareja. ¡Anímate a tener relaciones sanas!
En la vida nacemos y, mientras crecemos, vamos descubriendo el mundo y aprendiendo a relacionarnos con el entorno que nos rodea. Lo que aprendemos, y cómo lo hacemos, es lo que determinará en gran parte nuestra forma de procesar las cosas, de vincularnos con los demás y de responder ante los estímulos que nos rodean.
Podemos decir que nuestra historia personal marca la manera de relacionarnos, ya no solo con los conflictos, sino con nosotros mismos y con los demás.
Un vínculo tóxico es aquel que genera malestar. Algo tóxico es algo malo o dañino para nosotros. No existen las personas tóxicas, existen las personas con historias y aprendizajes que emiten comportamientos tóxicos.
Juzgar a alguien como “tóxico” no solamente le priva de la posibilidad de cambiar su forma de entender el mundo y sus comportamientos, sino que además le otorga de manera indirecta la etiqueta de mala persona, algo que, al menos desde el punto de vista de la psicología, no existe.
Cuando hablamos de dependencia emocional, hablamos de una necesidad afectiva y enganche emocional junto con la incapacidad de dejar una relación de pareja que genera sufrimiento (incapacidad de dejar una relación tóxica).
Hay momentos de lucidez en los que la persona que mantiene una relación dependiente ve claro que debe dejar la relación y alejarse por el sufrimiento que le provoca, pero el miedo la paraliza.
Por otro lado, tenemos el concepto de codependencia, que es lo que observamos en aquellas personas que, dentro de una relación tóxica y dependiente, tienen la necesidad imperiosa de agradar al otro, motivada de manera inconsciente por el miedo al abandono.
Estas personas suelen tener gran capacidad de aguante y tienden a asumir los problemas del otro como suyos, sobreprotegiendo en muchas ocasiones a la pareja y anteponiéndola a sus propias necesidades.
Por último, también podemos hablar de personalidad dependiente, conformada por un conjunto de características propias de aquellas personas que tienen la tendencia a crear vínculos dependientes.
Saber identificar si estás en una relación de dependencia emocional o no es básico para determinar qué clase de relación tienes.
Tener la sensación de que algo no va bien es una característica de las relaciones dependientes que nunca falla.
Lo cierto es que nos acostumbramos a todo, incluso a lo que nos supone sufrimiento. Muchas veces, este acostumbramiento trae aparejada una prioridad absoluta en la pareja, algo completamente tóxico.
Estar veinticuatro horas juntos sin dejar espacio a la otra persona no es sano. Que tu pareja no desee estar contigo en todo momento no significa que no te quiera; significa que, además de quererte, cumple con sus responsabilidades en el trabajo, con la familia y con los amigos.
En las relaciones tóxicas suele haber mucho drama. Lo malo de ello es que el efecto “montaña rusa emocional” está asegurado. Sentirse como en una montaña rusa es sinónimo de estar un día bien y un día mal.
Existen personas que incluso reconocen no saber estar en una relación sin tener esas variaciones. Lo que seguramente desconozcan es que esto resume a la perfección el refuerzo intermitente, uno de los fenómenos más típicos, a la par que peligrosos, de las relaciones tóxicas y dependientes.
Aunque para sacar adelante una relación de pareja necesitamos esforzarnos, no necesitamos sacrificarnos: amoldarse no es sinónimo de conformarse o perder la propia identidad.
Esforzarse se refiere a observar aspectos de la relación que no terminan de convencer, exponerlos ante la persona, solicitar cambios y/o posibles soluciones con las que las dos partes se sientan cómodas, y trabajar para conseguir esos cambios.
No puedes pretender cambiar a la persona, sí puedes pretender cambiar las conductas de esa persona hacia la pareja. No es malo entrar en conflicto con algo o alguien, lo malo es no saber gestionarlo.
Para ello tienes que practicar la comunicación asertiva. El amor es necesario en una relación, pero no suficiente. Se necesitan muchas herramientas para poder mantener una relación en el tiempo: capacidad de comunicación, empatía, resolución de problemas, gestión de emociones, etc.
Tú eres tuyo/a. Estar en pareja no es poseer, es compartir. El amor verdadero no se encuentra, se construye. Enamorarse es fácil, aprender a amar no.
Cuando hablamos de responsabilidad afectiva, estamos hablando de tener consciencia de que lo que decimos y hacemos (o lo que no decimos y no hacemos) tiene un impacto en los demás.
En una relación de pareja, tener responsabilidad afectiva corresponde a respetar las necesidades y emociones propias respetando también las de la otra persona. Y esto es así desde el momento en el que hay un vínculo.
Hay que practicar este concepto desde el principio de la relación de pareja (o de amistad o familiar), porque, aunque oficialmente no sean “nada”, es decir, no sean novios, si hay una mínima intención de generar cierta intimidad al nivel que sea, hay responsabilidad afectiva.
Lo que sí es responsabilidad afectiva:
Además, tienes que tener en cuenta el principio de equidad. Es cierto que no pasa nada si nos preocupamos más por la otra persona porque está teniendo problemas emocionales, pero que la balanza se incline habitualmente más para un lado que para el otro no es sano, porque viviríamos por y para la otra persona.
Desde luego, ser sincero es ser consecuente con la responsabilidad afectiva; sin embargo, ser sincericida, no.
Una persona sincera:
Una persona sincericida:
Los celos no son ni buenos ni malos, son una emoción. No hay emociones buenas o malas. Todo depende de cómo se gestionan. Si su gestión implica control a la pareja, entonces lo que es malo (o mejor dicho, disfuncional) es la gestión, la asociación que se hace entre celos y amor, y el vínculo o manera de relacionarse con la pareja que se está aprendiendo, pero no la emoción en sí misma.
Una persona no puede ser celosa, porque las emociones vienen y van, y algo que aparece y desaparece no puede definirnos. Entonces, no hay personas celosas, hay personas con ideas equivocadas de lo que es el amor y personas que no gestionan bien sus emociones (o parejas que no ayudan a crear vínculos seguros).
No debes sentirte culpable si alguna vez has sentido celos o tu pareja los ha sentido contigo.
A la hora de trabajar los celos y su gestión, se evalúan las cosas que se consideran una amenaza, las percepciones y las interpretaciones que se hacen de dicha situación, todo con el objetivo de canalizar y modular la emoción de diferente manera para que la conducta resultante no provoque sufrimiento a las personas implicadas, ni resulte disfuncional para la relación.
Lo que queremos con esto es evitar conductas de control hacia la pareja y, por ende, el sufrimiento de ambas partes.
Es importante acompañar a la pareja en el manejo de las emociones. Las personas necesitamos sentir que lo que nos rodea es seguro y estable. La vida no siempre es fácil, y en muchas ocasiones vivimos sucesos negativos, problemas, imprevistos, momentos críticos y días malos. Ante esto, es importante y necesario que la persona que sufre pueda encontrar en su pareja un punto de apoyo notable.
La persona que sufre debe manejar sus emociones en lo que a la parte individual corresponde. Sin embargo, si la pareja no está ahí aportando esa estabilidad y apoyo, el manejo individual apenas sirve.
Si, ante el malestar emocional individual, la pareja actúa de forma distante, sin hacerse cargo de la parte que le corresponde, la persona que sufre sufrirá más.
Sobre el final, es importante que analices lo aprendido y prestes especial atención a estas características que hacen que una relación de pareja sea sana:
No sorprende que haya personas que, cuando se sienten tranquilas en la relación, en lugar de considerar que han encontrado a alguien con quien permanecer en una estabilidad emocional conjunta, confundan esa tranquilidad con el aburrimiento y la falta de amor. Pero hay que transformar ese pensamiento y construir relaciones saludables y amorosas.
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Sex coach y psicóloga especializada en sexología clínica y terapia de parejas. Hace años dedica toda su energía a mejorar el bienestar de las personas mediante la divulgación en redes sociales y la atención a pacientes de manera presencial y en línea en el Centro Médico Crecie... (Lea mas)
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